La placita de mi infancia, al
principio no tenía hamacas, ni toboganes, ni subibaja. Estos llegarían con el
tiempo (alrededor de 1957/58).
La primera casilla del guardián, era una pequeña garita
(similar a la de los vigiladores), construida en madera y también pintada de verde inglés, estaba ubicada en Lope de Vega y
Esquiú.-
La casilla albergó primero a Don Matías (un italiano muy gruñón), quien
solía corrernos blandiendo su bastón (léase palo de escoba), mientras hacía sonar insistentemente su silbato de referí.
Más tarde vendría “El turco
sesino” (sí: “sesino”), que más que turco nos parecía el mismísimo Hitler por su uniforme gris, gorra de general y bigotitos al tono.-
…pobre tipo creo que lo hacíamos
renegar demasiado y el mote era producto de nuestra imaginación.-
Volviendo a los canteros, se
estableció naturalmente una zona para cada edad y actividad que realizábamos
En el triángulo trunco
formado a partir de la esquina de Guemes (Ascasubi) y Moreno (Mendoza) encontramos dos palmeras y
grupo de moras enanas.
Se imaginan las panzadas que
nos hacíamos ¿no?, pobres plantas.-
Este cantero era para los más
chicos.-
En el otro cantero frente al
anterior (También con palmera y moras), es decir el que se formaba a partir de Moreno y Lope de
Vega, era sector de “los más grandes” donde
jugaban a la pelota.
Demás está decir que nunca
creció el pasto y era el lugar en el que solían practicar “running” nuestros
queridos guardianes.-
Los canteros que se formaban
entre Lope de Vega y Guemes por sobre Fray
Mamerto Esquiú eran los que generalmente se usaban para alguna otra actividad
física y remontar nuestros barriletes, lo que será motivo de otras historias
por contar -
La plaza tardó en tener agua,
su tanque y la respectiva casilla para la bomba. Mientras tanto, sus canteros estaban
muy bien cuidados, algunas plantas soportaban estoicamente y tenía
hermosos aromos que en época de florecer realmente la convertían un espectacular
lugar –
El campo, La Placita, los aromos, los
pájaros, mariposas y durante la noche los bichitos de luz, hacían
del lugar algo inolvidable a pesar de la austeridad de entonces.-
Tenía por jardinero a Don
Amado, que la cuidaba con mucha
dedicación.-
Nuestro jardinero era
conocido por el apodo de: El Turco o El Gaucho Amado. –
Era un árabe acriollado, tomador de mate, a quien veíamos ataviado como
un verdadero gaucho en las fiestas patrias, con bombacha de campo, rastra,
facón de plata, botas acordionadas con espuelas y sombrero de ala ancha.-
Cuando trabajaba también usaba ropa de campo: bombacha, alpargatas, faja negra, pañuelo al cuello y boina negra.-
Por mucho tiempo trabajó sólo
con su pala, rastrillo y guadaña para mantener hermosa la plaza, con el tiempo
tuvo un ayudante cuyo nombre nunca supe, pero era un tanito laburador al igual
que el turco Amado.-
Adónde quieran que estén
todos los inmigrantes aquí recordados: gracias por cuidar nuestro lugar y por
habitar en nuestro País.-
*continuará.-